Escultura del verso
Es conocido que si el talento es más brillante y original, encuentra mayores obstáculos en su camino.
Rafael Arutjunjan ahora es un pintor estonio famoso. Estoy diciendo “Ahora”, puesto que antes, cuando se dedicaba a la pintura, artes gráficas y escultura, sentía una resistencia feroz de parte de sus colegas. “No hace caso a nadie. No se orienta a nosotros. No asiste a nuestras tertulias” – así murmuraban de Rafael. Tenían que pasar varios decenios para que los colegas comprendan que al lado de ellos vive y trabaja no solo una persona orgullosa con carácter independiente, sino un talento original.
Hoy día todo se repite de nuevo. Pero ahora con la poesía de Arutjunjan. “Sí, es un escultor formidable, pero no es un poeta. Mejor sea si se dedique a memorias” – dicen los mismos escépticos, haciendo alusión a su libro recién editado “Recuerdos de una persona”. Probablemente esos escépticos han olvidado que el talento es multifacético. Si a un hombre le sale todo bien en una esfera, con mucha probabilidad alcanzará éxitos en algo diferente. La aparición del libro poético de Rafael Arutjunjan “Cien versos”, que ha provocado la reacción tan ambigua de los colegas literatos demuestra, una vez más, que el artista goza del derecho a expresarse con cualesquier métodos que estén a su alcance. Las pruebas poéticas de Arutjunjan no son sino una adición a su escultura, pintura y obras gráficas.
Y el propio Rafael no se considera un poeta. En sus versos lo repite más de una vez: “… No soy poeta, los yambos y coreos no son juegos míos, estoy sacando podredumbre y porquería de la vida…”. Una vez había señalado que: “escribe con el corazón, no con la mano”. Es más, no podía ser de otra manera para él. Además, la colección está dedicada a los recuerdos felices de su esposa Irina. Su muerte había impulsado al pintor ya famoso para escribir esa serie de versos.
El libro “Cien versos” no es solo un homenaje al gran amor verdadero. También es una reflexión de la vida, de nosotros mismos. El autor ora se burla de sí mismo, llamándose un “toco pequeño” ora se duda de sí mismo: “… inútil es mi labor, o sirve solo para ti, oh, Tiempo, sálvame de mis dudas”… Ese libro tiene parentesco con escultura que estaba tallando durante decenios el escultor y ahora el poeta va esculpiendo las palabras en la hoja de papel, mostrándonos como se enfila el pensamiento del artista y de dónde salen los versos.
Y una nota sustancial más: ese libro es un álbum singular que engloba ilustraciones de ciertos trabajos de Arutjunjan. El lector tiene una posibilidad insólita de comprender a través de versos lo que inspiró al maestro a tomar un trozo de mármol o madera, arcilla o metal para hacer lo que luego se llamará la escultura. La escultura del verso.
Pavel Makarov
Colección editada en el idioma ruso